LA REVOLUCIÓN EGIPCIA EN PUNTO MUERTO
La situación actual en Egipto da para todas las interpretaciones, a pesar de que toda la clase poḷitica egipcia se autoproclama protagonista o producto de las revoluciones tanto del 25 de enero del 2011, como la de junio 2013, la realidad no es tan clara. El presidente Sissi y su aparato social y militar, los Hermanos Musulmanes, la izquierda, los naseristas, y hasta sectores del régimenn de Mubarek, justifican sus pronunciamientos y sus actuaciones poḷiticas en nombre de la revolución. La situación es tan confusa, hasta el punto que sectores de la sociedad egipcia, y tambíen a nivel de las sociedades árabes en general, cuestionan si realmente las revueltas que han vivido varios países árabes fueron realmente populares y una expresión de un reclamo de cambio, o es un complot externo para destruir los estados o desmembrarlos en guerras civiles interminables, y relacionan el surgimiento de los grupos salafistas o jihadistas como DAESH y otros, a este complot regional e internacional.
Sin niguna duda, tanto en Túnez, como en Egipto (enero del 2011 y junio 2013), como en el inicio de las revueltas en Siria y en otros países árabes son levantamientos populares con deseo de cambio radical, con aspiraciones por la libertad, dignidad y justicia social, pero también es cierto que tanto poderes regionales como internacionales han desencadenado una ofensiva de contrarevolución para frustrar las aspiraciones y los objetivos de los procesos revolucionarios.
En concreto, en el caso egipcio, las revueltas populares del 25 de enero 2011, y del 30 de junio del 2013, se complementan y expresan realmente la expresíon del pueblo egipcio en un cambio radical, pero la contrarevolución en sus multiples caras, tanto interna como externa han conseguido por el momento crear una confusión y paralizar el proceso revolucionario. Los Hermanos Musulmanes apoyados por Turquia y Catar, y de otro lado los sectores del antiguo régimen de Mubarek apoyados por Arabia Saudita, aparentamente estan enfrentados, en el fondo son las dos cara de la misma moneda, frustrar cualquier cambio radical y progresista, frustrar la recuperación de Egipto en su liderazgo regional e internacional.
Hay tres niveles que demuestran que el proceso de cambio en Egipto esta en el punto muerto:
1- El paralisis en la hoja de ruta acordada después del 30 de junio 2013, que contempla, la elaboración de una nueva constitución, la elección presidencial y la elección de un nuevo parlamento. Si las 2 primeras ḷineas de la hoja de ruta se han realizado, en cambio la elaboración de una ley electoral moderna,democrática y la celebración de elecciones parlamentarias esta en punto muerto. El gobierno egipcio ha encargado a un comité de "expertos" para elaborar una ley, las dos propuestas que elevó este comité fueron devueltas por el tribunal constitucional por contener articulos inconstitucionales. Los partidos políticos han criticado el gobierno, primero por encargar la redacción de la ley a personas inexpertas en materia de leyes (algunos son altos cargos de policia), segundo por no contar con la opinión de las fuerzas políticas y la sociedad civil, y tercero por ser propuestas que regeneran el antiguo régimen en favorcer las circunscripciones unipersonales (80% son candidaturas personales y 20% de listas), eso favorce a las personalidades con poder económico del antiguo régimen. Sectores de la izquierda y de la sociedad civil ponen en duda si el gobierno actual, o el propio presidente Sissi esta por el labor de complementar la hoja de ruta, sobretodo que la nueva constitución a diferencia de las anteriores(de Mubarak, como de Mursi) limita los poderes del presidente en favor del parlamento. Estos sectores temen la vuelta incubierta a un régimen presidencialista, y todo el poder en mano del presidente, un temor légitimo si al mismo tiempo no se constata una mejora en las leyes que aseguran las libertades democráticas, entre otras, la libertad a la manifestación.
2- Tampoco se constata un cambio en la política económica y social, la política económica es continuista de los anteriores régimenes, incluso de los islamistas de Mursi, que es buscar inversiones y ayudas extranjeras, e invertir en el sector immobiliario, Mursi buscaba la inversión del capital qatarí y turco, y Sissi en el capital saudí y de los Emiratos Árabes, en deterimento de los sectores productivos que en la epoca de Naser fueron el eje fundamental junto a la nacionalización de las riquezas naturales y del canal de Suez, de la economia, del desarrollo de Egipto y de tener una política realmente independiente y capacidad de liderazgo no solo en el mundo árabe, sino en África y en el mundo. La consecuencia de esa política de buscar inversiones extranjeras, beneficia una vez más a sectores minoritarios que han enrequicido en las privatizaciones de las etapas anteriores, pero no mejora la situación social y las condiciones de vida del pueblo egipcio, que uno de los motivos de sus revueltas es la justicia social, acabar con el paro y la pobreza.
3- Es más confusa todavia la política regional de Egipto, y su deseo de recuperar su papel como potencia regional a tener en cuenta. La política egipcia vive una contradicción, que se expresa en una ambiguidad en los asuntos calientes de la zona. De un lado, reiteradamente el presidente Sissi, y su ministero de exteriores han manifestado la voluntado de un papel activo en las soluciones políticas y favorecer el dialogo en los conflictos tanto en Siria, en Yemen, un papel en El Ḷibano, de priorizar la unidad árabe contra los jihadistas de DAESH y sus semejantes de los grupos relacionados con el Caeda, un papel activo en la mediación entre las fracciones palestinas. Una voluntad que choca con sus relaciones priviligiadas o su ligadura a las ayudas de Árabia Saudita y de los países del Golfo. Concretamente en el conflicto de Siria, El Cairo fue el punto de encuentro de la oposición de siria que apuesta por el dialogo y la negociación con el ŕegimen sirio, encuentros que se han materializado en una hoja común entre la oposición que se trasladó a las negociaciones entre esa oposición y el régimen celebradas en Moscu, esa política choca con las pretensiones de Árabia Saudita de financiar y de dar suporte a la oposición más intransigente y a los grupos jihadistas. Lo mismo pasa en Iraq, egipto ha expresado su apoyo total al gobierno iraquí en su guerra contra DAESH, en cambio Árabia Saudita mantiene una política contraria. En Yemen, a pesar que Egipto verbalmente forma parte de la famosa alianza militar encabezada por Árabia Saudita, pero Egipto negó enviar militares, y todavia apuesta por una solución política entre los propios yemenís. Sectores de la izquierda egipcia apuestan que el país no puede continuar con esa política regional y exterior contradictoria y ambigua. La luna de miel entre el régimen egipcio y Árabia Saudita tiene fecha de caducidad, hay indicios de que la relación no esta en su mejor momento, los saudis han abierto canales con los Hermanos Musulmanes enemigos de Sissi, estan descontentos del poco compromiso por parte del régimen egipcio en intervenir militarmente en Yemen, pero también es probable que Árabia Saudita pierde capacidad de presionar presa del fracaso de su aventura militar en Yemen, y no se descarta un conflicto interno en el propio territorio saudí.
En todo caso, el arranque o un nuevo impulso del proceso revolucionario en Egipto dependra principalmente de la capacidad de la izquierda egipcia de crear las correlaciones de fuerzas, para ser una alternativa real tanto a los Hermanos Musulmanes como al antiguo régimen que continua presente en diferentes estructuras y organos del estado.