EL LÍBANO: LA DIMISIÓN DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO ANUCIADA EN ARABIA SAUDITA.
El presidente del gobierno libanés Saad El Hariri, ha anunciado desde Arabia Saudita, en la cadena Al Arabia (propiedad saudí), la dimisión de su cargo. La dimisión de Hariri ha sorprendido a la clase política libanesa. La sorpresa por varios motivos, el contenido agresivo de su discurso y el lugar de donde anuncio su dimisión, no es normal que el presidente del gobierno libanés anuncia su dimisión desde otro país, y sin comunicarlo previamente al presidente de la república.
Existen muchos interrogantes sobre el verdadero motivo de la dimisión, tampoco está claro si la dimisión es voluntaria o fue obligado a anunciar su dimisión. El discurso leído por Hariri ante la cámara del canal saudí Al Arabia, no coincide con su discurso habitual en el Líbano como presidente de un gobierno de unidad nacional, formado gracias a un acuerdo político entre diferentes grupos políticos, incluso entre Hariri y Hezbollah, que ha permitido la elección del presidente de la república Michel Aoun, y al propio Hariri como presidente de gobierno. La agresividad del discurso contra Irán y contra Hezbollah, y el vocabulario utilizado no es políticamente habitual en la vida política libanesa. Hariri ha leído un discurso no está escrito por él, es más típico del lenguaje político saudí, sobre todo el odio contra Irán y Hezbollah.
Desde hace un mes, desde algunos círculos de la familia real saudí, y de forma explícita se han ido pronunciando contra la presencia de Hezbollah en el gobierno de unidad nacional, y exigiendo a Hariri de subir el tono y romper la relación con Hezbollah y con el presidente de la república. Durante ese mes, varios políticos libaneses, como Samir Geagea, jefe de las Fuerzas Libanesas y Sami Gemayel, jefe de la falange libanesa, fueron llamados a visitar a Arabia Saudita, para “ordenarlos” de endurecer y de iniciar una campaña contra Hezbollah, acompañada con la campaña y la presión de la administración norteamericana contra Irán y contra diferentes bancos libaneses, con el pretexto de que en esos bancos circula dinero de Hezbollah o de sus simpatizantes. Un dirigente de la familia real saudí llegó a publicar en su twitter, poniendo a los libaneses frente a dos opciones, estar con Arabia Saudita o estar al lado de Hezbollah, con un lenguaje amenazador como la necesidad de “destripar” a Hezbollah de la vida política libanesa.
Hariri durante todo eso tiempo, a pesar de las presiones saudí, ha conseguido mantener un postura moderada y conservar el gobierno de unidad nacional. El colmo para los saudís fue cuando Hariri firma el nombramiento de un nuevo embajador del Líbano en Damasco y cuando Hariri recibe en Beirut al consejero iraní de política internacional del Ayatollah Jamanai. Inmediatamente, los saudís llamaron a Hariri a visitar Arabia saudita, efectivamente a su llegada le obligaron a anunciar la dimisión. Hariri justificó su salida del Líbano por motivos de seguridad, anunció que “tenía información de la preparación de un atentado contra su vida” citando como fuente el aparato de Seguridad del Estado Libanés (ASEL), pero desde Beirut, el mismo aparato de seguridad ha desmentido a Hariri.
Algunos observadores y políticos libaneses van más allá en sus análisis, apuntan que Hariri se encuentra detenido en Arabia Saudita, como parte de la operación llevada por el rey actual contra otros miembros de la familia real, contra ministros y exministros, contra altos mandos del ejército con el pretexto de combatir “la corrupción”, que en la realidad es una guerra de poder entre diferentes sectores y herederos de la familia real. Hariri que tiene también la nacionalidad saudí, ha nacido, ha crecido en Arabia Saudita, y ha heredado la fortuna de su padre Rafic El Hariri, fortuna hecha al servicio de la familia real saudí. Parece que hoy en la lucha por el poder, Hariri hijo probablemente tiene que pagar.